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Tuesday, October 18, 2005

 

Rol de Género

Algunos conceptos de genero y sexo.

El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo.
"El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio".

Género se refiere a los roles y responsabilidades de la mujer y del hombre que son determinados socialmente. El género se relaciona a la forma en que se nos percibe y se espera que pensemos y actuemos como mujeres y hombres, por la forma en que la sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas".

Las "feministas de género" señalan la urgencia de "desconstruir estos roles socialmente construidos", que según ellas, pueden ser divididos en tres categorías principalmente:-

Masculinidad y Feminidad. Consideran que el hombre y la mujer adultos son construcciones sociales; que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, las feministas proponen depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos "sexo-específicos".

Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer. Las feministas no sólo pretenden que se sustituyan estos términos "género-específicos" por palabras "género-neutrales", sino que aspiran a que no haya diferencias de conducta ni responsabilidad entre el hombre y la mujer en la familia. Según Dale OLeary, ésta es la categoría de "roles socialmente construidos" a la que las feministas le atribuyen mayor importancia porque consideran que la experiencia de relaciones "sexo-específicas" en la familia son la principal causa del sistema de clases "sexo/géneros".

- Ocupaciones o profesiones. El tercer tipo de "roles socialmente construidos" abarca las ocupaciones que una sociedad asigna a uno u otro sexo.

En tal sentido, Susan Moller Okin escribe un artículo en el que se lanza a pronosticar lo que para ella sería el "soñado futuro sin géneros:

"No habría presunciones sobre roles masculino o femenino; dar a luz estaría conceptualmente tan distante de la crianza infantil, que sería motivo de asombro que hombres y mujeres no fueran igualmente responsables de las áreas domésticas, o que los hijos pasaran mucho más tiempo con uno de los padres que con el otro. Sería un futuro en el que hombres y mujeres participen en número aproximadamente igual en todas las esferas de la vida, desde el cuidado de los infantes hasta el desempeño político de más alto nivel, incluyendo los más diversos tipos de trabajo asalariado. Si hemos de guardar la más mínima lealtad a nuestros ideales democráticos, es esencial distanciarnos del género. Parece innegable que la disolución de roles de género contribuiría a promover la justicia en toda nuestra sociedad, haciendo así de la familia un sitio mucho más apto para que los hijos desarrollen un sentido de justicia"

Las diferencias existentes entre los hombres y las mujeres son de naturaleza biológica y de carácter social:
El término sexo se refiere a unas diferencias biológicamente determinadas con carácter universal entre los hombres y las mujeres.
El término género se refiere a unas diferencias sociales y relaciones entre los hombres y las mujeres aprendidas, cambiantes con el tiempo y que presentan una gran variabilidad entre las diversas culturas y aun dentro de una misma cultura. Estas diferencias y relaciones son una construcción social, y han sido aprendidas a través del proceso de socialización. Son específicas de un contexto y pueden ser modificadas.

Roles de género

Los roles o papeles de género son comportamientos aprendidos en una sociedad, comunidad o grupo social dados, en los que sus miembros están condicionados para percibir como masculinas o femeninas ciertas actividades, tareas y responsabilidades. Estas percepciones están influenciadas por la edad, la clase, la raza, la etnia, la cultura, la religión u otras ideologías, así como por el medio geográfico, económico y político. A menudo se producen cambios de los roles de género como respuesta a al cambio de las circunstancias económicas, naturales o políticas, incluidos los esfuerzos por el desarrollo, los ajustes estructurales u otras fuerzas de base nacional o internacional. En un contexto social dado, los roles de género de los hombres y las mujeres pueden ser flexibles o rígidos, semejantes o diferentes, y complementarios o conflictivos.
Tanto las mujeres como los hombres desempeñan múltiples roles o papeles en la sociedad: productivo, reproductor, director en la comunidad, etc. Percibidos habitualmente como responsables de ganar el pan de la familia, los hombres están en condiciones de dedicar más tiempo a un único rol productivo, y desempeñan sus múltiples roles de uno en uno. En contraste con ellos, las mujeres suele asignárseles sólo secundariamente este rol de obtener ingresos; tienen que desempeñar sus roles simultáneamente y equilibrar las demandas conflictivas de unos y otros dentro de sus limitaciones de tiempo. En consecuencia, el tiempo de trabajo de las mujeres y su flexibilidad están mucho más condicionados que en el caso de los hombres. Por otra parte, puesto que los hombres y las mujeres han desempeñado históricamente distintos roles en la sociedad, a menudo tienen que entrenarse a obstáculos culturales, institucionales, físicas y económicas muy diferentes, muchas de las cuales están arraigadas en una discriminación y unas parcialidades sistemáticas

Es una categoría relacional, hay un tipo femenino en tanto hay un tipo masculino y viceversa; tomando importancia no tanto los géneros en sí mismos, sino las relaciones entre ellos. Por lo tanto, cuando hablamos de género no nos referimos sólo a las mujeres, aunque comúnmente así sea, sino que necesariamente referimos a la relación de éstas - o de lo femenino - con lo masculino. En el plano de la acción, este presupuesto implica que para alcanzar la igualdad de géneros, los cambios deben producirse tanto en los roles de las mujeres y como en los roles de los hombres. Un ejemplo de ello está dado en nuestra sociedad actual, donde algunas mujeres desarrollan una vida profesional y laboral intensa, con importante reconocimiento y remuneración; pudiéndose afirmar que esas mujeres accedieron a un espacio público tradicionalmente reservado a los hombres. Pero, mientras los hombres no compartan los trabajos domésticos, asignados culturalmente a la mujer, no se produce la igualdad de géneros.

En síntesis, el género debe hacer referencia a las relaciones estructurales entre hombres y mujeres.
En la sociedad occidental judeocristiana contemporánea hay un modelo patriarcal hegemónico, el cual toma diferentes matices en las diversas culturas locales y clases sociales. Además, otras tradiciones, especialmente indígenas en el caso de América Latina, confluyen con ese modelo produciendo una articulación de género específica.

Rol de género y funcionamiento familiar

En el desarrollo histórico de la humanidad se han ido transmitiendo valores a través de la cultura, la religión, las costumbres, etc., relacionadas con el papel y rol que deben asumir los diferentes sexos en la sociedad. Por lo general la mujer se destinaba a la procreación, el cuidado de los hijos y del hogar, mientras que del hombre se esperaba que fuera capaz de garantizar la satisfacción de las necesidades de su familia y su subsistencia. La mujer, por tanto, era relegada al ámbito doméstico, y el hombre era el que mantenía un vínculo con el exterior del sistema familiar.

Hay 3 elementos básicos en cuanto al género, que son:

Asignación de género: Se da desde el momento del nacimiento por los órganos genitales.

Identidad de género: Son los aspectos biológicos y psicológicos que se establecen desde los primeros años de vida.

Rol de género: Conjunto de normas establecidas socialmente para cada sexo.

La familia constituye el espacio primario para la socialización de sus miembros, siendo en primera instancia el lugar donde se lleva a cabo la transmisión de los sistemas de normas y valores que rigen a los individuos y a la sociedad como un todo.
De esta manera, desde muy temprano, la familia va estimulando el sistema de diferenciación de valores y normas entre ambos sexos, asentando así tanto la identidad como el rol de género. Las reglas sociales van deslindando de manera clara las expectativas relacionadas con los roles que las personas deben asumir. Igualmente, la idea que se tiene sobre el rol de padre, madre, esposa o esposo, está condicionada en gran medida por la sociedad de la cual somos resultado
El contexto familiar refuerza la diferenciación genérica, dando actividades diferentes a niños y a niñas; a las niñas se les destinan aquellas relacionadas con el hogar, servir, atender a otros; mientras que a los niños se reservan actividades de competencia que les permiten tener un mayor control sobre el medio externo, lo cual es una forma muy importante de ir delimitando las normas de comportamiento y dejando claras las expectativas sociales hacia cada sexo. La familia, por tanto, es el principal eslabón del proceso de tipificación sexual dado que es formadora por excelencia y de difícil sustitución.
Este proceso de tipificación sexual se observa en las familias, no solo en el proceso de transmisión de estos valores a las nuevas generaciones, sino como parte intrínseca, importante e indiscutible de las pautas relacionales que se establecen entre sus miembros, que conlleva, en no pocas ocasiones, a alteraciones en las relaciones familiares y en el funcionamiento familiar.
Como indicadores de un funcionamiento familiar adecuado puede considerarse la flexibilidad en las reglas y roles familiares, es decir que estas no sean rígidas, que no se impongan, sino que sean claras y que se asuman conscientemente por los miembros existiendo complementariedad entre los integrantes del sistema familiar para su cumplimiento, con el objetivo de evitar la sobrecarga y sobreexigencia en algún miembro. Sin embargo, cuando analizamos este indicador desde el concepto de género nos damos cuenta que están indiscutiblemente relacionados y que las problemáticas del rol de género, en cuanto a las normas establecidas para cada sexo, imposibilita en muchos hogares su comportamiento adecuado, manteniéndose, por lo general, un modelo tradicional de distribución de las tareas domésticas que da a la mujer la mayor responsabilidad ante ellas y mantiene el hombre un rol periférico.
Al unirse a esto la creciente independencia e incorporación de la mujer a las actividades sociales, se provoca inevitablemente una sobrecarga y sobreexigencia en ella, dinámica que se hace aún más compleja al tratar la familia, y el propio hombre, de incorporarse cada vez más a estas tareas, para tratar de asumir un rol diferente en aras de lograr mayor complementariedad, pero al no cambiar sus valores aparecen conflictos en la relación asignación-asunción del rol, lo que afecta necesariamente los procesos de interrelación familiar. Esta situación se convierte en un espiral, dado que las madres educan, en la mayoría de los casos, a sus hijos en patrones sexistas, mientras que exigen que el padre participe más en las tareas del hogar, con lo que provocan que no queden claros los roles y valores en la familia.
Varios autores señalan que el proceso de entrenamiento a que es sometido el hombre, estimula en ellos el uso de la violencia para dominar a otros, para ejercer el poder y para resolver conflictos, mientras por otra parte se les restringe el contacto con el mundo de los afectos, y se le obliga no solo a inhibir sus sentimientos, sino también a no sentir. La forma de expresar los sentimientos para los hombres y las mujeres se refuerza continuamente de manera que se llega a tomar como normal la actitud que encierra contenidos discriminantes para ambos; como por ejemplo, el considerar que la mujer debe ser más emotiva, y asociar a los hombres a la rudeza y la agresividad. Evidentemente esto afecta la expresión libre de los sentimientos y la transmisión de afecto dentro de la familia.
Por lo que hemos podido ver, la problemática de la asignación de un rol de género a hombres y a mujeres va más allá de una significación social vista de manera abstracta, ya que interfiere de manera palpable y ostensible en la vida cotidiana, en las pautas de interrelación familiar y en la dinámica interna de la familia, afectando, en muchas ocasiones su funcionamiento y sobre la base de ello, a la salud familiar.
Todas estas transformaciones sociales que, indiscutiblemente han generado cambios en los valores y patrones asignados genéricamente, y por tanto presuponen también cambios en las pautas de relación interna familiar, están avaladas por legislaciones sociales como el Código de la familia y el Código de la niñez y la juventud, lo cual contribuye a que nuestra sociedad se vaya perfilando cada vez más hacia un equilibrio y flexibilidad adecuados en cuanto al rol de género que favorezca la armonía y la salud familiar.

Los estereotipos de género.

Los estereotipos de géneros se manifiesten con más fuerza incluso que los étnicos. Las mayorías de las personas describen a las mujeres como sensibles, cálidas, dependientes y orientadas a la gente, en tanto que los hombres son considerados independientes, dominantes, agresivos y orientados hacia el trabajo y la consecución de objetivos.El primer aprendizaje de estos roles se obtiene en el ámbito familiar y escolar, a través de los padres y maestros. Los niños desarrollan los estereotipos de género con el solo hecho de observar a sus mayores. Los estereotipos de género están tan enraizados en nuestra cultura ya que las personas los aprenden naturalmente, como parte de su crecimiento.


Estereotipos y medios de comunicación.

Los estereotipos son utilizados frecuentemente por los medios de comunicación. Para llegar al gran público, las imágenes de distintos grupos sociales transmitidas a través de la prensa, radio, televisión, deben ser inmediatamente reconocidas por un gran número de personas. Esto minimiza los costos de producción, aunque, al mismo tiempo, supone un juicio de valor sobre el grupo al que estas imágenes representan. En este sentido, la televisión desempeña un papel fundamental. Por ejemplo, en Estados Unidos, los programas de televisión transmiten una imagen desagradable de los latinos: es poco probable que sean protagonistas de una historia y, a menudo, aparecen como personas violentas e inestables. El retrato que la televisión hace de grupos étnicos no mayoritarios, por ejemplo, africanos que han llegado a Europa de forma ilegal, contribuye a reforzar una imagen negativa del grupo. En ocasiones, incluso la propia cobertura informativa sobre las vidas de estos grupos desfavorecidos, que centran la atención en la violencia y la pobreza en la que viven, puede tener una repercusión negativa. Muchas personas pueden asociar estas imágenes exclusivamente con estos grupos y desarrollar cierto grado de prejuicio hacia ellos.


El sexismo en la publicidad.

El sexismo no es más que un tipo de prejuicio y discriminación basado en el sexo. El sexismo se produce cuando una persona está en desventaja en una determinada situación por pertenecer a un determinado sexo. En la práctica, las mujeres han sufrido más el sexismo que los hombres, aunque en la actualidad el prejuicio hacia las mujeres se expresa de forma bastante sutil.
Por ejemplo, los modelos que se presentan de hombres y mujeres, en los periódicos, en la televisión o las revistas muestran una imagen parcial. Cuando aparece un hombre, muestran especialmente su rostro, mientras que cuando aparece una mujer se centran en su cuerpo. Esta diferencia refleja de forma subyacente la manera en que esta sociedad enfatiza la vida mental de los hombres y la apariencia física de las mujeres. Este sexismo implícito tiene consecuencias sobre las oportunidades sociales a las que puede acceder cada sexo, así como sobre las diferentes expectativas o las atribuciones de sus éxitos y fracasos.

Integrantes: Nataly Comizzo; Karla González; Tamara Guzmán; Sandra Herrera;Carmen Merino; Nicole Urra

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